Luna eterna
Oh luna, que velas los siglos,
testigo del tiempo insondable,
tu faz plateada, espejo del mundo,
observas la historia de los hombres.
Cuando la primera mirada,
te encontró, lejana, divina y fría
y así nacieron mitos y sueños,
un canto en los siglos.
Fuiste guía del errante navegante,
farol en la noche de mares bravíos,
y musa de los sueños en tiempos distantes.
Por ti aullaron los lobos en la noche,
A ti te veneraron hombres,
danzando alrededor de las hogueras,
en los tiempos oscuros.
Los reyes te miraron desde sus torres,
sus conquistas pequeñas ante tu calma,
y en campos de guerra, sobre mil hombres,
eras consuelo para el alma.
Oh luna, que en los bosques de antaño
fuiste la diosa de cánticos puros,
y en la alquimia del fuego, en manos de sabios,
inspiraste el saber de secretos oscuros.
Has visto al amante en susurros febriles,
y al solitario que llora sus penas,
siempre igual y siempre distinta,
refugio de todos, ajena a sus cadenas.
Hoy, aunque los siglos pesen en tu frente,
sigues tan joven como la primera vez,
mirando en silencio lo efímero de la gente,
guardando en tus ojos lo eterno.
Oh luna, eterna viajera del cielo,
piedra de plata, reina del todo,
que, a través del tiempo, el viento y el vuelo,
sigues escribiendo tu luminoso modo.
Estarás aun cuando ya nadie pueda
mirar tu rostro corriendo
imperturbable por los cielos