Te has ido en la penumbra de mis días
en ese rincón donde los sueños mueren,
donde el eco de un adiós
no deja de golpear a las paredes vacías
y las promesas se disolvieron en el aire.
Era tu risa, esa música maravillosa,
hora el silencio que no deja de rugir,
trayéndome un lejano recuerdo.
Cuando recorría tu piel ansiada
y el mundo era nuestro.
En este tiempo solo los viejos libros
me acompañan en la noche sin fin.
Las sombras se alargan ajenas
al dolor
Quise retenerte en mis manos,
pero fuiste arena entre los dedos,
como un río que sostiene al reflejo,
pero eras agua, viento, ausencia,
un suspiro que el tiempo me arrebató.
En este tiempo soy un mar sin faros
Estoy en esta costa vacía y lejana.
Mis noches vagan, deshabitadas,
y en el vacío imagino, escuchar tu nombre
como un lamento, como un reclamo.
Si alguna vez vuelves, aunque en silencio,
si en la distancia tu voz me llama,
sabrás que fui ceniza y viento,
un amor que, sin querer, nunca se apaga.