Historias extraordinarias

El *

El * Era un delicioso anochecer de julio y el aire olía a pinos. De vez en cuando oía a las palomas que se arrullaban con su dulce voz, o divisaba escondido entre los helechos el pecho dorado de un faisán. Pequeñas ardillas espiaban su paso desde la copa de las hayas, y los conejos escapaban entre …

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El ser *

El ser * Les digo que aquella noche el cielo refulgía intensamente por las incontables estrellas. El lago muy quieto mojaba la sombra de aquellos infinitos ojos. El marco fue perfecto, sin brisa, con una luz difusa, que el cielo derramaba con exacta intención. A lo lejos los árboles fueron testigos. Aún me llega a través …

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