Verne

El *

El * Era un delicioso anochecer de julio y el aire olía a pinos. De vez en cuando oía a las palomas que se arrullaban con su dulce voz, o divisaba escondido entre los helechos el pecho dorado de un faisán. Pequeñas ardillas espiaban su paso desde la copa de las hayas, y los conejos escapaban entre …

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