La odisea de Shackleton 2. Cuando el Endurance se quedó atrapado en el hielo a la deriva y empezó a hundirse, el explorador antártico Sir Ernest Shackleton ordenó a sus hombres que abandonaran el barco y solo se llevaran los efectos personales estrictamente necesarios, con un límite de no más de un kilogramo por persona. La vida a bordo del Endurance durante el largo invierno de 1915 incluía partidas de dominó y damas, fumar en pipa y las alegres notas del banyo. «Fue una noche alegre, aunque cuesta encontrar canciones que no hayamos oído ya mil veces», escribió en su diario un miembro de la expedición.
«Es medicina mental vital y la necesitaremos», decía Shackleton sobre la música. Así que Hussey se llevó su banyo de cinco kilos y durante los angustiosos meses que siguieron ayudó a mantener el buen ánimo de la tripulación con conciertos y canciones semanales.
Varios tripulantes del Bélgica
, el primer barco que pasó el invierno en la Antártida en 1897, enloquecieron por la monotonía y el aislamiento. La triste historia del Bélgica inspiró a Shackleton a llevarse el banyo cuando sus hombres y él abandonaron el barco y bajaron al hielo flotante.
Quizá la mejor conclusión de las experiencias de los primeros exploradores antárticos, según el psicólogo Roberts, no sean las rutinas que diseñaron para mantener a raya la soledad, el aburrimiento y la desesperación, sino el ejemplo de liderazgo que mostró Shackleton al mirar hacia delante y crear una hoja de ruta creíble para el futuro. Mientras su barco se hundía bajo el hielo, se dirigió a sus hombres y comentó de forma casual: «El barco ya no está, los almacenes ya no están… así que supongo que nos vamos a casa».
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